“¿Qué me acaba de pasar?”, “estoy muerta” o “mi piel se cae a pedazos” son algunas de las frases que se repiten mujeres sobrevivientes de violencia de género que han sido atacadas con ácido en Latinoamérica.
El 27 de marzo de 2014, Jonathan Vega, un hombre obsesionado con la colombiana Natalia Ponce de León se presentó en el edificio en el que ella vivía en Bogotá, se hizo pasar por otra persona para que saliera a saludarlo y le lanzó un litro de ácido sulfúrico con el que le quemó la cara, los brazos, una pierna y medio abdomen.
“¿Dónde estoy? ¿Me morí? ¿Qué me acaba de pasar? ¿Estoy alucinando?”. Muchas preguntas surgieron ese día y ninguna respuesta que ayudara a Natalia a salir de la incertidumbre y a calmar su indescriptible dolor.
“Han pasado 8 años desde que fui atacada y hoy puedo decir que renací porque pasé de ser una víctima, a una sobreviviente, y finalmente a una superheroína”, asegura Natalia a EFE.
Para llegar a ese punto fueron necesarias 37 cirugías reconstructivas. Pero, para ella, la sanación es algo más.
“Ha sido un proceso largo para entender lo que pasó, abrazar la adversidad y salir victoriosa. Yo decidí no quedarme como una víctima, llena de rabia y odio, sino poco a poco volver a ser feliz y a sentirme bella“, confiesa mientras ríe a carcajadas.
Ley Natalia Ponce sobre ataques con ácido
Como parte de la lucha que emprendió desde el momento mismo en el que su piel, su vida, su alegría, se cayeron a pedazos, hizo posible que se creara la Ley 1773 de 2016, bautizada como Ley Natalia Ponce.
Desde entonces, los ataques con ácido son considerados en Colombia un delito autónomo y no una lesión personal, por lo que la condena de cárcel aumentó de 30 a 40 años, y se tiene en cuenta a la hora de juzgar al agresor la tentativa, es decir, la intención de cometer el hecho.
Para ella, lo más importante de su imparable labor ha sido visibilizar esta problemática, sobre la que no existe una cifra oficial que permita saber cuántas son las afectadas en América Latina.
En el mundo, se estima que alrededor de 1.500 personas, en 20 países, son atacadas anualmente, de las cuales un 80 % son mujeres.
Según la organización benéfica ASTI (Acid Survivors Trust International), Colombia ocupa el deshonroso tercer lugar a escala global en número de casos con un aproximado de 100 cada año; solo por detrás de Reino Unido, que denunció 501 en 2018, e India, que tuvo 228 en el mismo periodo.
En ese sentido, el Ministerio de Salud colombiano precisó que “durante los últimos cinco años se han registrado 237 casos de ataques con agentes químicos, de los cuales 126 fueron contra mujeres, como un mecanismo de control, venganza o castigo“.